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―No te acerques —le dijo Dios—. ¡Quítate las sandalias, porque estás pisando tierra santa! Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.

Moisés se cubrió el rostro con ambas manos, porque tenía miedo de mirar a Dios.

―He visto los profundos sufrimientos de mi pueblo en Egipto —le dijo el Señor—, y he oído sus oraciones en que piden liberación de sus duros capataces.

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